La superficie sembrada con legumbres en Argentina es baja y regional, pero hay condiciones agroecológicas y de sistema productivo que demuestran que esto puede ser totalmente diferente.
El asesor privado y especializado en los mercados de legumbres, Adrián Poletti, participó de la primera jornada “Explora Legumbres”, que se hizo en el campo experimental de Rizobacter, en Pergamino (Buenos Aires).
El técnico analizó, principalmente, los mercados y sus condicionantes, pero también dejó ideas claras sobre la campaña 2022/23 y la mirada sistémica a la que deben integrarse la arveja, lenteja, el garbanzo, así como diferentes variedades de poroto, que son los principales cultivos que se siembran en Argentina.
Como cultivos invernales, el destino productivo de la arveja, la lenteja y el garbanzo 2022/23 es incierto, pero, sin dudas, muy afectado por la sequía (La Niña) y las heladas.
“Ya debemos apoyarnos en la resiliencia productiva y pensar en la campaña 2023/24, considerando que la sequía dejará profundas consecuencias en los rendimientos este año, pero con mercados que son demandantes y precios que tienen soporte”, advirtió Poletti.
Dando vuelta la página del clima, entre los aspectos geopolíticos que subrayó el analista, se encuentran la devaluación de la moneda de los principales productores de legumbres en el mundo (Australia y Canadá), por un lado, y también de los principales destinos de la producción argentina.
Bajo estas condiciones devaluatorias, “los países productores son más competitivos en los mercados y mientras que los demandantes están más retraídos”, argumentó.
En el caso de la producción argentina, juega muy en contra el gran aumento de los costos logísticos, un escenario que no padecen ni australianos ni canadienses ya que lograron acomodar los precios desde sus puertos hasta Medio Oriente y Europa.
“Si analizamos los valores de la materia prima son muy buenas, aunque, actualmente, hay una diferencia de precios que oscila entre 150 a 200 dólares por tonelada, que se genera entre el costo y flete de la mercadería en el destino de venta y el precio FOB. Esta altísima diferencia, que históricamente fue de 40 dólares, ahora queda en manos de las navieras por los altos precios que tiene la logística”, aclaró el consultor.
Producción
A pesar de la coyuntura adversa por el tercer evento “Niña” que está afectando significativamente a la producción de los cultivos de invierno, la arveja, el cultivo más relevante entre las legumbres sembradas en la zona central del país, registró una excelente campaña 2021/22. Esto también se refleja a nivel comercial.
“Nuestro récord productivo en arveja coincidió con una sequía extrema en Canadá. Asimismo, se registraron excelentes cargas a granel con destino a Venezuela, por ende, tuvimos un gran temporada productiva y comercial”, sostuvo en analista.
Pero, nuevamente, más allá de los buenos momentos, Poletti insistió en proyectar la superficie de legumbres ya que son cultivos que pueden ganar mucha superficie que está en barbecho, sin competir en las rotaciones con los cereales u oleaginosos.
En rigor, el potencial de crecimiento está radicado en una gran superficie comprendida entre la ruta provincial 19 hacia el norte (en Santa Fe); el Río Uruguay hacia el este; el sudeste de Córdoba y este de La Pampa, en el límite oeste, y el Océano Atlántico, hacia el sur.
“Las legumbres son un beneficio para el sistema productivo en rotación ya que son una alternativa de intensificación sustentable. Permiten la diversificación de las familias de herbicidas y eficientizan el uso de fertilizantes en el maíz, en el caso de las especies fijadores de nitrógeno. De esta forma, son las respuestas a las preguntas: ¿En el margen bruto de qué cultivo adjudico el ahorro en el uso de urea del maíz de segunda? ¿En qué margen suscribo la reducción del riesgo de generación de resistencias a herbicidas? Hay que mirar el sistema, más allá de la rentabilidad puntual”, concluyó.
Fuente : Clarín Rural