El precio de los combustibles y los alimentos aumentó en todo el mundo. Los efectos económicos que dejó la pandemia, ahora agravados por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, le ponen un marco complejo al control de la inflación en ambos sectores, aunque en realidad están íntimamente ligados puesto que muchos insumos para la producción agrícola surgen de los combustibles de origen fósil.

Lo cierto es que el valor de los alimentos se disparó a nivel global. Productos como el trigo, el maíz, la soja y el girasol alcanzaron precios impensados y en particular el valor de los aceites aumentó un 46,5% sólo en los últimos 12 meses, según el Índice de Precios de los Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Tan crítica es la situación en cuanto a los aceites que en varios países de Europa (Reino Unido, España, Alemania, Italia, entre otros) se aplicaron políticas de racionamiento. Si bien esto puede no sorprendernos -ya existen estas decisiones en nuestras góndolas-, para los países del primer mundo no es algo habitual.

Esto ocurre porque el conflicto bélico en Europa del Este no cesa y se trata de las zonas productivas más fuertes para el girasol, un cultivo que marca el pulso del precio de los aceites en los mercados internacionales.

Que Ucrania no pueda sembrar o sacar su producción es un problema. El girasol llegó a Europa desde las Américas a principios del siglo XVI. Desde allí viajó a Ucrania y 200 años después comenzó su desarrollo, hasta llegar al día de hoy donde se posiciona como líder mundial en la producción de aceite. No por nada, la flor del cultivo es el símbolo nacional.

En un mundo con problemas, la Argentina podría poner su aporte. No sería un granito de arena sino una semilla de girasol. Jorge Ingaramo, asesor económico de la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR), aseguró a Ámbito que “la producción en Ucrania se está sacando por camiones y eso es en parte lo que sostiene los precios. La zona del Mar Negro esta muy complicada y recomponer las estructuras productivas llevará mucho tiempo, por eso estimo que este escenario se va a sostener al menos por tres campañas. En una provisión global de 55 millones de toneladas, faltan 7 que son las de Ucrania, por lo tanto el impacto es muy fuerte”.

El girasol en Argentina

La siembra del cultivo tiene dos etapas, la primera se da en el noreste y va de julio a agosto y la otra se concreta en el sur pampeano desde septiembre hasta mediados de noviembre. La primera de ellas dependerá de las lluvias y ya comenzó la cuenta regresiva. Allí los productores buscarán alcanzar el máximo nivel de productividad, pero esa es precisamente una falencia que tiene el cultivo. Agustín Calderoni, coordinador técnico regional de Stoller, explicó a Ámbito que “el potencial de rinde son 3.500 kilos por hectárea pero la realidad es que con un buen manejo, se están obteniendo cuando mucho 2.400 kilos; es decir, una pérdida de rendimiento del 31%. Por eso les proponemos a los productores que piensen cuál sería la densidad ideal de siembra para cuidar el insumo más importante que tenemos, que es la semilla”.

Es que este año, todos querrán sembrar girasol, por la oportunidad que representa en términos económicos. Según Caldaroni, “muchos productores guardaron semillas, pero hay que estar seguros de lo que se tiene. Nosotros ofrecemos un estimulante que ayuda a lograr una mejor implantación del cultivo. Es un seguro que ofrecemos a los productores, porque certificamos la eficiencia en el tratamiento de la semilla”.

En cuanto a este tema, Ingaramo detalló que “si bien se presume que será una buena campaña, aún no hay estimaciones. El área podría crecer, pero no tenemos semilla para 2,5 millones de hectáreas porque nadie esperaba una guerra ni el calor de enero que castigó la producción de semillas”.

Francisco Cinque, director comercial de Advanta en Cono Sur, confirmó la alta demanda de semillas y detalló que “están 100% vendidos y un 40% mas en comparación al año pasado. Nosotros lo atribuimos al buen momento internacional, a que cambiamos el portafolio de productos y a que vimos muy temprano que iba a haber faltante de semillas entonces fuimos a buscar producción a otros lugares del mundo. También logramos hacer contra estación en Chile y Bolivia, donde sembramos unas 300 hectáreas”.

El girasol será uno de los cultivos con mayor perspectiva de crecimiento para las próximas dos campañas. Según Cinque, “hay semilla para sembrar una cantidad similar a la del año pasado y un poquito mas y eso es porque los semilleros más chicos aumentaron su producción”.

El mercado es optimista porque falta aceite en el mundo. Ucrania tiene un 30% menos de superficie disponible y eso representa unas 3 millones de hectáreas, es decir más de lo que se siembra en nuestro país. La oportunidad es concreta y no sólo por la posibilidad exportadora sino porque además toda la cadena del cultivo se dinamiza. El girasol podría tomar hectáreas de soja, con todo lo que eso implica: a modo de comparación, una bolsa de soja cuesta u$s40 dólares y una de girasol u$s300. Hay un abismo entre ambos cultivos, por eso es importante destacar que tenemos la posibilidad de volver a ser líderes en producción como lo fuimos en décadas pasadas. En este sentido, desde distintas reparticiones públicas se esta trabajando para que se aumente la disponibilidad de semillas. El desafío será entonces aprovechar la oportunidad y no arruinarla con medidas restrictivas, algo que suele ocurrir cuando un negocio agrícola comienza a tomar vuelo.

Fuente: Ámbito