A veces hay que prender las luces altas, aunque estemos en el medio de un banco de niebla. No es para ver mejor, es para que nos vean mejor.
Por: Adrián Poletti
Los que solemos utilizar las rutas argentinas todo el año, sabemos que en el otoño, en años húmedos, la presencia de nieblas o neblinas fuertes es altamente probable y que para ver los límites de la ruta por la que circulamos debemos usar los llamados faros anti nieblas, y no utilizar las luces altas, ya que nos encandilaríamos solos. Pero en determinadas condiciones, es importante prenderlas y apagarlas como para que los que vienen de frente, vean el reflejo y sepan que estamos por ahí.
La neblina de hoy para las economías regionales es sin duda alguna las tremendas condiciones climáticas a partir de una sequía histórica, temperaturas extremas, tanto en las máximas como en las mínimas (¡¡¡récord de temperaturas máximas seguidas por heladas durante febrero!!!) y sin duda alguna el atraso en el tipo de cambio recibido respecto a la evolución de los costos, el dólar soja y la brecha cambiaria entre los dolares financieros y el oficial hacen que la neblina sea sumamente espesa y la velocidad de circulación deba reducirse como para no terminar en la banquina a partir de un absoluto caos en los precios relativos.
Pero la neblina climática parece querer disiparse a partir de los pronósticos climáticos de una futura Fase ENSO Neutral a NIÑO. Veremos cuando ocurre.
Esta buena noticia, que significaría la finalización de esta pesadilla de tres años de sequía y que iríamos a una normalización climática que podría permitir recuperaciones productivas, tanto invernales como estivales y una reducción de los eventos extremos como golpes de calor o heladas extremas.
Ahora bien, las luces altas las prendió sin duda alguna el Consejo Agroindustrial Argentino en su presentación del Plan Federal Agroindustrial 2023-2033, cuya visión es poder generar unos U$S 100 mil millones de exportaciones agroindustriales, forestales y pesqueras y unos 900 mil puestos de trabajo en ese período.
Realmente un trabajo de muchos años y perfectamente logrables a partir de una normalización comercial e impositiva que permita tener costos operativos competitivos con el resto del mundo y un nivel de impuestos que sea lógico y no roce con la expropiación como es el caso de las retenciones a la exportación.
Pero, la pregunta que debemos hacernos es en qué condiciones de competitividad se encuentran muchas economías regionales que deberían competir con una soja sin retenciones por el uso del suelo. Y la respuesta en mi opinión es que las condiciones son malas. La Argentina tiene condiciones de productividad en soja realmente de primer nivel que la hacer sumamente competitiva por el uso del suelo. La introducción de sojas resistentes a determinados herbicidas hormonales, resistencias a sequía y demás, le dan al cultivo una plataforma de competitividad productiva realmente seria.
El desafío para las economías regionales de este tipo como maní, poroto, algodón y todas las especies autógamas que compitan por uso del suelo no es basar su viabilidad en que a la soja le metan impuestos confiscatorios, sino que empecemos a trabajar en programas de MEJORA GENÉTICA y manejo productivo que permitan competir con una soja cuyo valor ronde los U$S 400 a U$S 450/Tm como valor promedio. Por lo tanto aquí caemos en el remanido tema de una nueva ley de semillas que contemple un valor competitivo para el productor de la semilla a utilizar, llegado el caso alguna ventaja impositiva como estaba planteado como premio en la liquidación de ganancias por el uso de semilla fiscalizada y que a su vez contemple la lógica y merecida recompensa a la industria semillera que debe invertir por lo menos cinco años en lograr una variedad apta y mejorada respecto a lo presente.
La pregunta es ¿Una ley de semillas nueva es condición suficiente para arreglar la falta de oferta varietal? Mi opinión es que es UNA CONDICION NECESARIA PERO NO SUFICIENTE. Y ¿qué es lo que falta para que sea exitosa?. Que el productor la respete. La ley actual de semillas en ningún lado habilita la venta de semillas en bolsa blanca. Solo habilita la retención para el uso propio sin pago de regalías futuras. Punto. Volviendo a los ejemplos del transito vehicular, es como que justifiquemos violar un semáforo en rojo porque su tecnología no es con luces LED sino con lamparita a filamento y no hay sincronización entre los diferentes equipos. Si el productor no respeta la norma, el semillero no toma escala de investigación y desarrollo y lo poco que sale es caro, tanto por escases de oferta como por falta de competidores.
El desafío para las economías regionales es poder competir con otros cultivos, en este caso la soja, con condiciones de igualdad impositiva. En Estados Unidos, Canadá y Brasil la soja no tiene retenciones y los cultivos de porotos, maní y algodón deben competir con esa realidad y en mayor o menor medida lo hacen. Ahora en estos países hay desarrollo de nuevas variedades de cultivos que buscan competir con la oleaginosa estrella. El área puede subir o bajar en función de los diferentes años, pero compiten. Este es un punto que debemos ver y asumir rápidamente para poder prepararnos para un desafío como el que propone el Consejo Agroindustrial, que es sin duda alguna el camino a seguir. TODOS PODEMOS HACER LO QUE NOS PLASCA. LO QUE NO VAMOS A EVITAR SON LAS CONSECUENCIAS. Por lo tanto, si no tenemos las herramientas acompañadas de un cambio cultural propio en la forma de hacer las cosas, nos vamos a lamentar de haber sido exitosos.
«El desafío para las economías regionales es poder competir con otros cultivos, en este caso la soja, con condiciones de igualdad impositiva»
Fuente: Horizonte A