El ingeniero agrónomo Martín Principiano detalla características del cultivo y realiza un análisis de su incorporación en la rotación
El cultivo de arveja (Pisum sativum) ha cobrado gran importancia a nivel nacional e internacional por varios factores que tienen su impacto en la intención de siembra, y ha demostrado ser una interesante alternativa como cultivo de invierno en los últimos años.
El aspecto más importante de la introducción de arveja está dado fundamentalmente por el impacto que tiene en los cultivos de veranos. Tres características de esta especie tienen una resultante importante en la secuencia: 1) el menor consumo de agua (270 a 300 mm) debido que su sistema radicular no explora más allá del metro de profundidad por lo que deja disponible el agua almacenada en profundidad para el cultivo estival, 2) desocupa el lote entre 15 a 20 días antes que trigo y 3) se trata de una especie leguminosa con capacidad de fijación de nitrógeno. Estas tres características le confieren un nicho como antecesor del cultivo estival, ya sea maíz o soja.
Como antecesor maíz se aprovechan dos de estas ventajas: balance de nitrógeno menos negativo y disponibilidad de agua. Son varios los aspectos positivos de la inclusión del maíz en la secuencia luego de arveja, tanto desde el punto de vista del suelo como desde el punto de vista económico.
Sin embargo, se debe mencionar también algunos puntos a tener en cuenta como la dificultad de cosechar seco antes de julio y la mayor incidencia de enfermedades e insectos plagas en maíz.
Como antecesor de soja las ventajas vienen de la mano del menor consumo de agua y del adelantamiento de la fecha de siembra de soja de segunda. El doble cultivo arveja/soja de segunda tiene como aspecto negativo los bajos niveles de carbono aportados al suelo y la menor cobertura del suelo por la rápida descomposición de los residuos de arveja y soja.
La incorporación de legumbres a los planteos agrícolas tradicionales, permitió replantearse las estrategias en cuanto a rotación de cultivo se refiere. En este sentido, y dado los márgenes negativos del maíz de primera en muchas zonas en las últimas campañas agrícolas, una opción es incorporar arveja seguido de un maíz de segunda.
En cuanto a variedades, en la campaña 22/23 los productores declararon en el SISA (Sistema de Información Simplificado Agrícola) el uso de 36 cultivares diferentes de arveja. Entre las 4 primeras se acumula el 61,7 % de la superficie sembrada. La variedad más utilizada es “Viper” inscripta en el Registro Nacional de Cultivares (RNC) en el año 2001, que comprende el 35,87 % de la superficie sembrada declarada. Continúan en % superficie ocupada Bicentenario, Avenger y Curling.
Entre algunos aspectos de manejo se puede mencionar la fecha y la densidad de siembra. En este sentido, en el mercado hay variedades invernales (o ciclo largo) con mejor comportamiento a frío que se están sembrando en las primeras semanas de junio. Por otro lado, en las variedades primaverales (o ciclo corto) la fecha de siembra va desde principios de julio hasta mediados de agosto.
En cuanto a la densidad objetivo el productor debe apuntar a obtener 80 a 120 plantas por metro cuadrado. Esto puede representar desde 180 kg semilla/ha hasta en algunos casos más de 300 kg/ha. En este sentido, es muy importante que el productor cuente con el dato de poder germinativo de la semilla y con el peso de mil semillas. Pequeñas variaciones en algunos de estos factores pueden hacer que los kg de semilla por hectárea tengan grandes variaciones.
Ingeniero Agrónomo (MSci) Martín A. Principiano. MP (CIAFBA): 1110, MN (CPIA): 18105
Fuente: Diario Núcleo